Las noches en verano tienen algo
de desagradable que casi consigue ahogar el hecho de que son noches sin mañanas
de trabajo detrás. Quizás sea el calor o las farolas grises pero algo de todo
el conjunto es aburrido y asfixiante como trabajar de nueve a dos todos los
días de tu vida.
Yo no tengo paciencia para
pensar, nunca la he tenido. Intento
sentarme a beber whisky porque esta noche tengo calor, pero no me gusta el
whisky y lo único que hago es poner caras mientras espero a que el hielo se
derrita. La tele la tengo puesta por costumbre.
No me han llamado, es la
decimonovena vez que no me llaman en los últimos diecinueve días. Ni siquiera
me queda ya mucho whisky que beberme a desgana. Y ellos se reirán mañana por la
mañana y beberán café en la máquina y charlarán sobre los cumpleaños de sus
hijos y no sospecharán nada de mí.
Me costó convencer al psicólogo
de que la Beretta era para prácticas de tiro y de que no estaba deprimido.
Comprarla no fue difícil, todo el mundo vende mientras les des dinero y no te
mates encima de sus trajes. Es una cosa bastante fea, llena de bultitos negros
del color de un cojín de sala de espera, y me está arañando el cristal de la
mesa de la cocina. La bombilla huele a pizza antigua.
Acabo la copa. Miro el arma.
No quiero pensar en que los
árboles me echarán de menos. No tengo dinero. No tengo trabajo. No tengo mujer
ni tengo hijos. Sólo tengo este vaso vacío y este cargador medio lleno que
mañana encontrarán medio lleno menos uno.
No quiero pensarlo más. Agarro la
pistola.
No señor. Pensamos que había sido
un fuego artificial de las fiestas de al lado.
No señor. Nunca supimos que
escuchaba Tchaikovsky ni que leía Bukowski ni que idolatraba Argentina ni que
fue a ver a los Rolling cuando tenía diecisiete.
No señor. No lo vimos sonreír
nunca pero tampoco molestaba ni hacía ruido.
No señor. No sabemos por qué lo
ha hecho.
No señor. No me interesa quedarme
con su biblioteca de poesía contemporánea.
No señor. Nunca me ha gustado el
arte moderno. Sólo son rayas.
No señor. ¿Por qué iba alguien a
matarse siendo tan joven?
No señor. No sabíamos que bebía
tanto.
Bajé la
pistola y la dejé contra la mesa.
Ningún
muerto debería dejar la carga a los vivos de tener que dar tantas explicaciones
y justificar tanta ignorancia.
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