El otro día conocí a una con la mirada de los hombres
y un pelo para poder dormirme;
unas piernas de las que hubiera visto si creyera en la tierra
y unos ojos que a veces me dejaban solo.
El otro día conocí a una, como a muchas,
que decía cosas más grandes de lo que podía imaginar.
Que hablaba de la guerra y de los años y de la justicia,
y me hacía sonreír si podía.
El otro día conocí a una que duró una noche y medio día,
y tenía una boca parecida al mar de noche
y unas manos que nunca he tocado.
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