Soy como el dolor de espalda,
vengo de noche y de día no existo.
Río más fuerte de lo que debería al
beber,
bailo al volante en carreteras sin luz,
todas las canciones son mías y sólo
yo
las entiendo.
Hace tiempo que cierro la puerta con
cuidado
para no despertar a la gente,
nadie duerme cuando siempre duermo
y nadie vive cuando yo me río
en la calle.
Paseo despacio pensando
que mi vida es algo interesante
que debería ser contado
en libros de gente con gusto por la
música
y el vino
barato;
no fumo pero
entiendo
la elegancia de fumar mientras se bebe.
No tengo banda sonora y vivo de noche,
no se acuerda nadie de mí y soy como
la tierra,
que siempre existe pero rara vez se
pisa.
Conozco juegos que te arrancan la vida
y se repiten como fuegos artificiales
defectuosos
detrás de la lengua;
escribo mientras amanece
y me tumbo a dormir porque no quiero
pensar.
Soy como el dolor de espalda y sólo
aparezco
de noche.
Tengo amigos que necesitan pasear
para no
coger el coche
borrachos,
se me secaron los ojos hace años y
ahora veo lo que me deja la luna.
No quiero que entendáis nada de mi
vida,
mis paseos no son una canción,
quizás cuando me muera me moriré sin
más
en un lugar normal con gente normal.
Pero vivo de noche y soy como el dolor
de espalda
y encuentro divertido que la gente
pasee de día
y que cuando hay luz parece que todo
es distinto.
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