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martes, 26 de agosto de 2014

Hace mucho calor para ser tan de noche.

Las noches en verano tienen algo de desagradable que casi consigue ahogar el hecho de que son noches sin mañanas de trabajo detrás. Quizás sea el calor o las farolas grises pero algo de todo el conjunto es aburrido y asfixiante como trabajar de nueve a dos todos los días de tu vida.
Yo no tengo paciencia para pensar, nunca la he tenido.  Intento sentarme a beber whisky porque esta noche tengo calor, pero no me gusta el whisky y lo único que hago es poner caras mientras espero a que el hielo se derrita. La tele la tengo puesta por costumbre.
No me han llamado, es la decimonovena vez que no me llaman en los últimos diecinueve días. Ni siquiera me queda ya mucho whisky que beberme a desgana. Y ellos se reirán mañana por la mañana y beberán café en la máquina y charlarán sobre los cumpleaños de sus hijos y no sospecharán nada de mí.
Me costó convencer al psicólogo de que la Beretta era para prácticas de tiro y de que no estaba deprimido. Comprarla no fue difícil, todo el mundo vende mientras les des dinero y no te mates encima de sus trajes. Es una cosa bastante fea, llena de bultitos negros del color de un cojín de sala de espera, y me está arañando el cristal de la mesa de la cocina. La bombilla huele a pizza antigua.
Acabo la copa. Miro el arma.
No quiero pensar en que los árboles me echarán de menos. No tengo dinero. No tengo trabajo. No tengo mujer ni tengo hijos. Sólo tengo este vaso vacío y este cargador medio lleno que mañana encontrarán medio lleno menos uno.
No quiero pensarlo más. Agarro la pistola.
No señor. Pensamos que había sido un fuego artificial de las fiestas de al lado.
No señor. Nunca supimos que escuchaba Tchaikovsky ni que leía Bukowski ni que idolatraba Argentina ni que fue a ver a los Rolling cuando tenía diecisiete.
No señor. No lo vimos sonreír nunca pero tampoco molestaba ni hacía ruido.
No señor. No sabemos por qué lo ha hecho.
No señor. No me interesa quedarme con su biblioteca de poesía contemporánea.
No señor. Nunca me ha gustado el arte moderno. Sólo son rayas.
No señor. ¿Por qué iba alguien a matarse siendo tan joven?
No señor. No sabíamos que bebía tanto.
                Bajé la pistola y la dejé contra la mesa.

                Ningún muerto debería dejar la carga a los vivos de tener que dar tantas explicaciones y justificar tanta ignorancia.