La
muerte son flores y barcos en el alféizar,
una
cafetería donde las tostadas no saben a nada
y
dos sillones de cuero donde esperar a algo.
Son
demasiados perfumes en una habitación cerrada
y
pañales sucios bajo las sábanas anchas,
raíces
llenas de insectos transparentes
y
dos vuelos de vuelta donde no poder dormir.
Es
un cenote bajo la lluvia cubierto de plantas
y
una risa exagerada capaz de agrietar las ventanas;
doscientas
treinta y dos tardes en la playa,
arena
en los tobillos y cangrejos en las rocas.
La
muerte son bocadillos caros en un bar de la esquina
y
tu madre tan tranquila que parece un cumpleaños:
son
primos a los que no conocías y a los que no vas a conocer
y
el sol por fin en los brazos y en la piel.
Son
estampas de la Virgen junto a cremas hidratantes
y
maquillaje para no ver lo que no tiene pensado esconderse,
castillos
hinchables con un jerséi en la cintura
y
olas de dos metros que te quitan el bañador.
Es
un desmayo en una terraza y tres semanas de fingir
que
todo sigue como antes;
son
flores y barcos en
el alféizar
donde
ahora estará otro.
La
muerte son flores y barcos en el alféizar,
una
cafetería donde las tostadas no saben a nada
y
dos sillones de cuero donde esperar a algo.
Son
demasiados perfumes en una habitación cerrada
y
pañales sucios bajo las sábanas anchas,
raíces
llenas de insectos transparentes
y
dos vuelos de vuelta donde no poder dormir.
Es
un cenote bajo la lluvia cubierto de plantas
y
una risa exagerada capaz de agrietar las ventanas;
doscientas
treinta y dos tardes en la playa,
arena
en los tobillos y cangrejos en las rocas.
La
muerte son bocadillos caros en un bar de la esquina
y
tu madre tan tranquila que parece un cumpleaños:
son
primos a los que no conocías y a los que no vas a conocer
y
el sol por fin en los brazos y en la piel.
Son
estampas de la Virgen junto a cremas hidratantes
y
maquillaje para no ver lo que no tiene pensado esconderse,
castillos
hinchables con un jerséi en la cintura
y
olas de dos metros que te quitan el bañador.
Es
un desmayo en una terraza y tres semanas de fingir
que
todo sigue como antes;
son
flores y barcos en
el alféizar
donde
ahora estará otro.