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sábado, 30 de septiembre de 2017

Hoy se ha muerto mi perro.

Hoy se ha muerto mi perro.
Era pequeño, roncaba
y parecía un murciélago
gordo y torpe.
Bajaba las escaleras tirándose hacia delante
y tenía un cerdito de plástico
que le encantaba arrastrar por el pasillo.
Hoy se ha muerto mi perro y ahora ya nadie
se va a levantar entre ladridos a las dos de la mañana
para impedir que nos roben ladrones que no existen;
ya nadie va a arañar el suelo de la cocina
ni va a roer
las patas de las sillas del salón.
Ya cuando llegue a casa
no se oirá una cacería salvaje pasillo abajo,
ni el sonido de patas que resbalan,
ni el gruñido ronco que hacía al respirar;
ahora en mi casa se podrá dormir bien
y no olerá a comida de perros ni a lluvia
en invierno.
Hoy se ha muerto mi perro y espero que sepa
que lo quise y que siempre escucharé
su forma de roncar cuando dormía;
espero que se acordara de mí,
con su vientre blanco y sus patitas de lana,
incapaz de correr más de tres minutos seguidos,
incapaz de alejarse de mi pierna si me sentaba.
Espero que sepa
que convirtió en bonito lo que siempre creí feo
y que ahora sin él
no sabemos
ni escribir
un final para un poema.

martes, 26 de septiembre de 2017

Casis

Tengo la vida llena
de cosas que casi fueron:
casi fui pianista,
casi tuve los ojos verdes,
casi me muero con dos meses.
Y, de todos los casis
que me duelen,
los peores son
las personas.
Casi me enamoro de ti,
con tus manos grandes y tus ojos pequeños,
y quizás hubiéramos olido a barniz y a libros
el resto de nuestra vida.
Casi me doy cuenta de que estaba enamorado a tiempo,
con tu ternura casi de cuento infantil,
tu acento marcado y tu forma de indignarte,
y quizás me hubieras dado las pastillas
y yo te hubiera guiado por el pasillo de casa
a plena luz del día.
Casi tenemos un futuro juntos,
casi coincidimos en querernos a la vez
con esa anarquía tan nuestra,
y a lo mejor lo nuestro hubieran sido canciones como jamás se han cantado
y una voz que nuestros nietos hubieran oído de viejos;
contigo quizás hubiéramos visto nacer fantasmas
y las flores me hubieran hecho reír aunque no estuvieras.
Contigo casi, casi fui feliz para siempre,
casi dejo de pensar en mí y en todo lo que temo,
y a lo mejor la nieve nunca nos hubiera herido del todo.
Contigo casi pudimos ser algo,
nunca sabremos qué,
algo a lo mejor hecho de letras y ciudades de árboles grises
o de entendernos tanto
sin besarnos casi nunca.
Contigo casi descubro cómo ser adulto,
con tu frente demasiado grande y tus pies mitológicos,
tus bosques de monstruos y tu mal humor de ojos tiernos.
Y además, contigos
con los que casi fuimos:
contigos de pantalones anchos y acentos del sur,
contigos de sonrisa dulce,
contigos de montañas verdes llenas de piedra
y contigos que me duelen pero no sé por qué.
Casi fui feliz con tantos casis
que a veces me pesa pensar en todos:
en todos los yos que podría haber sido y todos los nosotros
que me perdí.
Casi fui feliz tantas veces,
tantas veces nadé sin miedo y sin frío,
que a veces casi siento
que sé cómo decir
lo vivo que estoy
por haber casi sido.

martes, 27 de junio de 2017

El opuesto de la muerte no es la vida


El opuesto de la muerte no es la vida, es el sexo.
Morir se parece mucho más a estar vivo que a follar:
los silencios, el tiempo
sólo porque sí, la sal,
el vacío y el calor, la oscuridad
y el esperar sin estar ahí;
la ropa colgada o doblada en un armario,
el teléfono que ya no suena,
la sed, la tierra débil.
Estar vivo o no estarlo en realidad son detalles;
follar es distinto.
La botella de agua junto a la cama que se va vaciando,
el ruido raro y agradable del colchón,
el sudor del muslo,
la espalda que se destroza por no saber qué más hacer,
el mordisco, la nieve, el árbol húmedo,
la sal otra vez, siempre hay sal,
el flujo vaginal y la risa incontrolable
y el semen transparente y volver a existir
y dejar de estar solo de golpe
y de golpe volver a estarlo;
encender la luz, apagarla con el pie,
cambiar de canción, caminar descalzo,
los golpes en la pared  y la ducha caliente:
nada de todo eso es callado ni inmóvil,
nada de todo eso dura para siempre,
nada de todo eso se lleva consigo
las fotos ni los libros ni el dormir con sueño,
nada de todo eso
da igual.

sábado, 8 de abril de 2017

Crítica de Your Name. Primera crítica de cine.

Vaya por delante que ni soy un entendido de cine ni me encuentro entre los vericuetos del lenguaje cinematográfico más obtuso. Soy un tipo más bien simplón que disfruta de una peli palomitera, que adora Pacific Rim por atreverse a ser lo que es y que considera que una película necesita o una trama o una simbología que apoyen su tesis. Ni sé de lo que hablo ni pretendo hacerlo. Sólo pretendo hablar de algo que me indigna.

Hoy, ocho de abril de 2017, he ido a ver Your Name, aclamadísima película de animación japonesa. Iba sin hype, pero consciente de que se había dicho que era buena. Lo que me he encontrado es, en resumen muy grosso, lo que Nolan haría si hiciese anime.

A partir de aquí, SPOILERS del tamaño de los agujeros de la trama. Vaya por delante. No lean si no quieren saber.

La premisa de la película es, para empezar, muy muy poco original. Si vas a venderme tu producto como cine "de autor"/"de culto", haz el favor de currarte un poco más la idea original. It's a Boy-Girl Thing, Freaky Friday, Change-up y The Hot Chick, que no son precisamente cine de altas esferas, se basan en lo mismo para desarrollar su trama. Que encima se use esta premisa mal, en el año en el que estamos, es poco defendible.

Y se usa mal. Quiero decir, objetivamente. Si partimos de una definición meramente canónica, el "nudo" de la película, el conflicto a resolver, surge de la nada y vuelve a la nada. No tiene más razón de ser que ser. Ni está justificado ni surge lógicamente de la situación que lo antecede. En un Japón que en ningún momento presenta características de realismo mágico, de repente ocurren viajes en el tiempo en torno a la aparición de un cometa. La película, desde el principio, busca la trascendencia y la lágrima sin sutileza ni desarrollo. Donde Her, Mad Max, Once dejan que sientas lo que sientes al final como culminación lógica de un viaje en el que el cariño es la emoción guía, aquí te obligan a creerte que el amor entre los protagonistas es puro y verdadero y sus arcos argumentales son profundos y sinceros aunque no haya ni una sola razón para hacerlo. Por el amor de Dios, si ni se han conocido. Han vivido el uno en el cuerpo del otro, han hablado vía digital, pero NUNCA han charlado más de una hora. Nunca. Es más, cuando se encuentran, digamos, en el plano actual, es que ni se conocen porque se han olvidado de todo. Lo único que tienen es una intuición. Y ojitos llenos de lágrimas, eso sí.

Y no me hagáis hablar de que el comic relief se basa en tocar tetas y penes. Sutilísimo. Nada utilizado. Algo jamás visto. Por favor.

No estaría tan indignado si no hubiese escuchado gente aplaudir en la sala, si la entrada no hubiesen sido 7 euros, si la película no se abrigase con esta toga de "soy arte, mírame volar". La sobreexposición y la repetición de frases pseudoprofundas y mottos funciona cuando lo que dices es algo original/universal. Cuando es algo místico que tú te has empeñado en que suene místico, lo que hace es resultar interminable.

Que dura casi 2 horas. Y no acaba. Y tiene cortes a medio camino como si fuesen varios capítulos de anime juntos. Que la animación es buena, sí, pero nada revolucionario. Que ni uno de los personajes secundarios tiene carisma. Que los protagonistas son genéricos, el humor es burdo, la trama no da para mucho y el desenlace es casposo, alegrito y previsible. Si al menos no se hubiesen encontrado, si fuera un canto al nihilismo, mira, lo compro, con reservas pero lo compro. Pero "es que estábamos predestinados a pesar de las líneas temporales sin siquiera conocernos"... Ya me cuesta algo más. No llega a los 7 euros, lo que me cuesta.

La música es maravillosa, eso sí. Pero ni un piano precioso y unas canciones de J-Pop resultonas pueden ocultar que los "hilos del destino" son un "aquí todo vale, venid a ver cómo de místicos somos", que el crepúsculo dejó de usarse en el Romanticismo como motivo espiritual y que los símbolos, cuanto más sutiles, más efectivos.

viernes, 31 de marzo de 2017

Otra tarde de lunes

Podéis encerrarnos a todos,
si os esforzáis puede que incluso matarnos
a todos.
Podéis cerrar todas nuestras habitaciones con tablas y quemar
nuestros papeles amontonados por el suelo,
llenar de cemento nuestros parques y escupir en nuestras tumbas,
enterrar a nuestros muertos en las cunetas y a los vuestros en basílicas,
derramar nuestro vino, disparar a nuestros instrumentos, demoler nuestras paredes,
arrasar con todo lo que una vez fue nuestro y echar cal viva sobre nuestra memoria y nuestras manos.
Podéis dejarnos sin tierra y sin aire, sin tinta, sin lengua y sin ojos,
fusilarnos al amanecer de uno en uno o de quince en quince,
mutilar nuestra libertad y nuestros cuerpos,
obligarnos a usar vuestros nombres,
negarnos el tiempo, la vida, el amor, el agua y la paz.
Podéis reíros de nosotros en vuestras casas,
ser felices a nuestra costa,
gobernar para siempre y acabar
con el sexo y la duda.
Podéis hacerlo todo y algún día,
quizás,
lo hagáis;
tenéis todo lo que hace falta y siempre
ganáis
las guerras.
Podéis encerrarnos a todos,
si os esforzáis puede que incluso matarnos
a todos:
pero lo único que jamás podréis hacer
(y eso es lo único que de verdad
queréis hacer,
y por eso ya hemos ganado)
es impedir que nosotros sepamos quiénes somos,
y que nos sonriamos mutuamente al amanecer
frente a los fusiles,
y que mientras quede uno quedemos todos,
y que cuando ya no quede ninguno
aún podamos escondernos en todo lo que hace
a este mundo soportable.

domingo, 26 de marzo de 2017

Domingo.

Ya me jode que se titule igual que un poema
de Luis García Montero,
pero los domingos tienen algo de antiguo
que no deja que los ignores aunque seas feliz.
El domingo siempre tiene un hilo fuera de sitio,
un píxel muerto en la esquina,
una página doblada o una mancha
de chicle negro
en el asiento;
el domingo es todas las cosas que no es que estén mal,
es que jamás podrán estar bien.
Ahora ya llega la primavera, son las ocho y media y aún así hace sol,
y la ropa que tengo fuera a lo mejor se seca antes de mañana,
y todos mis amigos sacan fotos en sitios verdes y con flores y parece
que si hace buen día y nos abrigamos bien nada puede con nosotros;
pero el domingo sigue aquí combinando rayas con cuadros
y hablando del tiempo en voz demasiado alta,
y preguntando que de cuántos meses está,
y hablando mal de alguien en la habitación;
el domingo sigue aquí y le da igual
que tu primavera traiga naranjas, porque él
piensa seguir viniendo
hasta que los árboles se queden sin fruta.