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domingo, 26 de marzo de 2017

Domingo.

Ya me jode que se titule igual que un poema
de Luis García Montero,
pero los domingos tienen algo de antiguo
que no deja que los ignores aunque seas feliz.
El domingo siempre tiene un hilo fuera de sitio,
un píxel muerto en la esquina,
una página doblada o una mancha
de chicle negro
en el asiento;
el domingo es todas las cosas que no es que estén mal,
es que jamás podrán estar bien.
Ahora ya llega la primavera, son las ocho y media y aún así hace sol,
y la ropa que tengo fuera a lo mejor se seca antes de mañana,
y todos mis amigos sacan fotos en sitios verdes y con flores y parece
que si hace buen día y nos abrigamos bien nada puede con nosotros;
pero el domingo sigue aquí combinando rayas con cuadros
y hablando del tiempo en voz demasiado alta,
y preguntando que de cuántos meses está,
y hablando mal de alguien en la habitación;
el domingo sigue aquí y le da igual
que tu primavera traiga naranjas, porque él
piensa seguir viniendo
hasta que los árboles se queden sin fruta.

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