Nº visitas

martes, 21 de octubre de 2014

Qué bien te engañas, viejo amigo.

Lo tienes todo diseñado para no verla, viejo amigo, lo sé: no vas a ciertas calles, a ciertas zonas; no escuchas ciertas canciones; has relegado el tema a un dolor latente y gris como el de tu angustia existencial, ahí, sentado entre todos los ayeres, donde de vez en cuando te grita en el oído pero al menos no está perpetuamente haciendo que te marees. Lo tienes todo diseñado, viejo amigo, lo sé. Ella no es especial ni deja a su espacio un aura en la que el oxígeno es más bonito o el cielo más claro; esa silla es una silla cualquiera. Pero maldito sea ese señor que está sentado ahí y no es ella, qué hace, quién se cree. Lo tienes todo diseñado para que su existencia sea algo así como la noción de la muerte: está ahí, pero ahora no quiero pensar, ahora no quiero pensar, para qué me lo voy a permitir. Lo tienes todo diseñado con la eficiencia que te caracteriza, viejo amigo, con esa sonrisa tan tuya que llevas tantos años usando sin sonreír. Pero yo te conozco, viejo amigo: lo tienes todo diseñado, pero las guitarras eléctricas no pueden tapar el ruido todo el tiempo, pero es tan fácil ver que se cae con mirarlo, con una coincidencia espaciotemporal, con un recuerdo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario