Nº visitas

viernes, 24 de octubre de 2014

Sencillez.

Yo no soy muy inteligente, mi amor, nunca lo he sido, pero las pocas ideas ingeniosas que se me ocurren las comparto contigo frente a una copa de vino para que nos riamos.

Yo no soy muy guapo, mi amor, nunca lo he sido, en tercero de primaria me pusieron a la vez aparatos y plantillas y gafas y la genética tampoco ayudaba, pero tengo los ojos tiernos y los labios suaves y si me lo dijeras olvidaría veintidós años de saberme feo.

Yo no soy muy divertido, mi amor, nunca lo he sido, siempre he sido el payaso graciosillo que habla porque se pone nervioso con los silencios largos, pero cuando se me ocurre alguna ocurrencia o alguna observación graciosa lo único que me importa es que te rías, aunque sea durante tres segundos. Soportaría un open mic en el que la gente me mirara fijamente, la peor pesadilla de los stand-up comediants, mientras tú estuvieras en primera fila riéndote de mi torpeza.

Yo no soy muy atlético, mi amor, nunca lo he sido, tengo un cuerpo desgarbado y soy torpe de nacimiento y más de una vez casi me mato solo, y soy pálido como el iris de mis ojos y tengo los pies planos y me duele la espalda de forma crónica, pero sólo pienso en cuánto me gustaría que me vieras jugar al fútbol una vez, mi amor, una vez, que una vez no fuera a tus ojos desgarbado y torpe sino elegante durante los mismos tres segundos de la sonrisa.

Yo no soy muy romántico, mi amor, nunca lo he sido, el mundo me ha ido quitando todas las tonterías peliculeras y las rosas ya no valen y los bombones ya no valen y San Valentín es la única fiesta del año que ignoro de manera activa; pero me basta mirarnos para entender veintidós siglos de amor humano.

Yo no soy buen músico, mi amor, nunca lo he sido, tengo un oído decente y una voz medio agradable pero me cuesta llegar agudo y a la gente no le gusta cómo canto y tampoco sé componer, y jamás fui buen pianista. Una vez te compuse una canción y fue un desastre, pero lo poco que tengo para poder cantar una y otra vez a Buckley lo haría una y otra vez porque cantar para ti es mejor que cantar para cualquier multitud del planeta.

Yo no soy buen escritor, mi amor, nunca lo he sido, tengo una cierta cultura pero también muchos prejuicios con respecto a la literatura y no soy especialmente talentoso ni innovador, pero reescribiría discografías enteras a poemas.

Yo no soy muy maduro, mi amor, nunca lo he sido, cuando era pequeño no me avanzaron un curso porque emocionalmente no estaba preparado, me da miedo todo, el mundo, la muerte, la angustia, la pérdida, el cambio, el dolor, ser mala persona. No soy maduro, mi amor, pero lo poco que tengo de consciencia del futuro lo pondría en tus manos pequeñas. Siempre he sido muy infantil, mira cómo me río con Chiquito de la Calzada y con Bob Esponja y con los chistes malos de un padre en una boda. No soy maduro, mi amor, pero cuando me miras se me quita el miedo a ser pequeño y paso a ser especial.

Yo no soy muy especial, mi amor, nunca lo he sido, viviré una vida como otra cualquiera y como no tendré hijos nadie se acordará de mí después de treinta años; tampoco

soy muy original, mi amor, como puedes ver estoy cumpliendo a rajatabla el protocolo de escrito de amor de película de hora de la siesta, de la parte del final, cuando la protagonista encuentra esto escrito en un folio en su salón o se lo da un amigo.

Yo no soy nadie más que yo, mi amor, nunca lo he sido. No tengo más. Como dirían los Beatles, I may not have a lot to give but what I've got I'll give to you; no soy lo suficientemente inteligente ni guapo ni divertido ni atlético ni romántico ni buen músico ni buen escritor ni maduro ni especial ni original como para escribir un texto que sepa decir cuánto te quiero, mi amor. Ni siquiera,

se me ocurre una forma alternativa de decir 'mi amor'.

Pero tampoco soy buen cínico, mi amor, nunca lo he sido, no supe controlar el cinismo y ahora soy cínico con respecto a ser cínico y veo la belleza en las canciones de tres acordes y una melodía sencilla y One Too Many Mornings de Dylan me pone los pelos de punta y me gustan más las voces rotas y calladas que las voces operáticas y la guitarra con distorsión limpia más que un overdrive exagerado y los poemas cada vez más cortos con palabras como nieve agua o lluvia y veo la simpleza de regalar una rosa de plástico de los chinos o en decir te quiero de una manera tan anodina o cotidiana como cualquier otra como ésta, aquí, en un rincón de Internet al que apenas se han asomado tres mil personas en seis años de existencia y donde esto languidecerá como languidecen las cosas poco originales que, a veces,

son las más sinceras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario