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martes, 1 de marzo de 2011

Dos.

Son dos, con sus vidas,
su dinero,
sus mañanas.
Son dos, con sus mujeres
y sus ideas
y sus maldades
y sus sublimes
noches de
primavera.
Son dos, estos idiotas,
los que
nos separan
en esta mesa larga y sucia en la que estamos
hoy
dormidos.
Son dos, estos idiotas,
uno de ellos amigo mío.
Son dos, y parecen
todos los fascistas del país.
Son dos, y aún veo tu pelo,
tras los idiotas,
los fascistas, los que no tienen la
culpa (de que,
sólo dos
más allá,
ni te fijes en mí).

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