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martes, 10 de mayo de 2011

Estoy harto.

Estoy harto del café y de los momentos de sueño a los que he renunciado y de tener que saber que la gente se muere y de asumir que todo se acaba y de que el Superglue nunca pegue lo que tiene que pegar y de que siempre triunfen los inútiles y de que los grandes ya no estén y de que el Madrid siga pensando que lo que hace es fútbol y del agua excesivamente fría a la hora de ducharse y de los golpes tontos y del mal sabor de boca de después de la siesta y de que ser feliz parezca un privilegio y de que todo se reduzca al dinero y de que el Che no resucite y de que Ismael Serrano no sea mi amigo y de no poder irme de cañas con Bob y con John y con Wolfgang y con Ray y de que nadie apunte los momentos buenos y de que la gente no sepa mirar en las rotondas y de que desde mi techo no se vean estrellas como en las carreteras de campo y de que los puentes soporten mi coche y de que Internet no me funcione bien y de que el pan sólo dure crujiente un día y de que nos traten como si no fuéramos libres y de que tú estés con otro y de que las multitudes sean ovejas y de que la Feria sea la Feria y de que la noria parezca bonita de lejos y de que lo único que me haga sentir vivo sea la música y de que tus manos parezcan tus manos y sean tan jodidamente necesarias para que pueda seguir respirando y de que nos digan qué hacer para seguir en la normalidad y de que nos guíen y de que no pueda hacer snow y de que la gente se apelotone para todo y de que no haya lugares vacíos y de que la música de ahora no sea la de los ochenta y de que las cosas de las películas sean sólo eso y de que el Pie Jesu no se escuche bien en mi coche y de que me mientan y de que sus ojos verdes sean iguales, iguales, jodidamente iguales que la primavera que hay en el sur de Argentina, cuando la gente escucha a Gardel y los bosques parecen bosques otra vez (eso son sus ojos, es verde, es clorofila sin electrones y sin lluvia y sin sol, es simplemente un pigmento de cielo o un cielo pigmentado o una estrella muerta o un muerto en la estrella de las manos de un ciego, eso son sus ojos, el color que quisiera que tuviera mi vida; sus ojos son el color que quisiera que tuviera mi vida) y de la lluvia que nunca viene y de no poder volar y de que existan tantas formas de matarse y de que llevar reloj esté socialmente aceptado y de que viajar cueste dinero y de no poder conocer a V y de la literatura y de que nunca seré pianista y de no poder cantar con Mercury y de las cervezas con el frío sentado al lado de ella y de cada instante desde ahora sin ella y de estar esperándote.

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